El desarrollo de la creatividad a lo largo de la historia: del don divino a la visión científica

El arte y la ciencia han sido piezas fundamentales en la cultura humana, y la creatividad ha sido el motor que ha impulsado el progreso humano en estos campos. En este sentido, es importante estudiar cómo se ha entendido el concepto de creatividad a lo largo de la historia. En este artículo, nos vamos a embarcar en un viaje a través del tiempo para explorar cómo la creatividad se ha concebido y estudiado en diferentes momentos históricos.

En primer lugar, nos enfocaremos en la Antigüedad, donde la creatividad se consideraba un don divino que solo se ejercía en unos pocos elegidos. En este contexto, el arte y la ciencia eran vistos como modos de honrar a los dioses y no como expresiones personales.

La creatividad en la Antigüedad: un don divino

En la Antigüedad, la creatividad se consideraba un don divino, inspiración sobrenatural que solo llegaba a algunos elegidos. Esta visión estaba estrechamente ligada a la concepción religiosa del momento y el papel que Dios tenía en la creación de los seres humanos. Según la Biblia, solo Dios era capaz de crear al mundo y dar forma a los seres vivos. Los artistas y poetas de la Antigüedad se consideraban instrumentos divinos, canalizando la inspiración divina para crear obras maestras.

La Ilíada y La Odisea, epopeyas atribuidas a Homero y consideradas como dos de las obras más antiguas de la literatura griega, nos ofrecen una visión fascinante sobre la creatividad en la Antigüedad. Según estos textos, los poemas épicos eran inspiraciones divinas que descendían del cielo y se canalizaban a través de los bardos más importantes. La creación artística era vista como un acto religioso, un rito que honraba a los dioses y aseguraba la prosperidad de la sociedad.

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La Edad Media y el enfriamiento de la creatividad

Durante la Edad Media, la creatividad como concepto empezó a desvanecerse en un paisaje cultural predominado por la Teología Cristiana. La interpretación de las escrituras bíblicas se convirtió en el eje central del pensamiento y la cultura, relegando otros temas como la creación artística o la originalidad a un segundo plano. La creación se orientaba a rendir tributo a Dios, más que a expresar una visión personal o imaginativa. A medida que la Iglesia Católica se consolidaba como principal fuerza cultural y política, el énfasis en la obediencia y la sumisión a una autoridad superior suplantó la búsqueda de la innovación y la exploración artística.

En este contexto, el arte medieval reflejó las influencias religiosas y la adhesión a los cánones estilísticos establecidos. La arquitectura gótica, por ejemplo, se caracterizó por su preocupación por la verticalidad y la iluminación, más que por la busca de la originalidad o la innovación. La creatividad fue vista como un don divino reservado a algunos elegidos, y no se consideró un tema merecedor de estudio o investigación. La idea de que el arte podía ser una forma de expresar la imaginación o la inventiva estaba prácticamente ausente en la cultura medieval.

El Renacimiento y la revivificación del arte

En el Renacimiento, la creación artística se centró en la figura del artista como individuo que expresaba su propia creatividad. La idea de la "intuición" y la "inspiración" cobró fuerza, sugiriendo que los artistas más destacados eran aquellos que podían canalizar esta fuerza interior que los inspiraba a crear obras maestras. Esto llevó a una mayor atención hacia el estudio de la mente creativa y la capacidad de producción artística. Filósofos como Juan Huarte de San Juan y Francis Bacon estudiaron la psicología del creador, intentando comprender mejor cómo funcionaban las mentes más productivas.

Entre tanto, los humanistas, como Leonardo da Vinci y Michelangelo, se enfocaban en el estudio de la humanidad y la condición humana. Esto llevó a una mayor apreciación por la creatividad y su importancia para el desarrollo humano. La creación artística se convirtió en un medio para expresar la condición humana y explorar las posibilidades del ser humano. Esto marcó un momento clave en la evolución de la comprensión de la creatividad, ya que se pasaba de una visión mágica a una más racional y humanista. La creación artística se convirtió en un proceso intelectual y emocional que requería la colaboración entre el artista y su sociedad.

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La concepción hereditaria y la búsqueda de los talentos

Durante la Edad Moderna, la concepción divina de la creatividad empezó a desvanecerse y emergió la idea del rasgo hereditario. La perspectiva de que algunos individuos nacían con una superioridad natural para la creación y la innovación comenzó a hacerse más común. El filósofo Francis Bacon, por ejemplo, sostenía que los talentos eran innatos y que la educación solo podía desarrollarlos.

En este sentido, la idea de que existían "talentos" naturales o "genios" también comenzó a surgir. La concepción de la creatividad como un don divino dio paso a la idea de que ciertas personas poseían una capacidad innata para la creación y el genio. Esta perspectiva se reflejaba en la búsqueda de los talentos, la identificación de aquellos individuos que eran especialmente dotados y la formación de academias y instituciones dedicadas a fomentar y desarrollar estas habilidades.

La posmodernidad y el estudio científico de la creatividad

En la posmodernidad, se iniciaron los primeros acercamientos empíricos al estudio de la creatividad, desmitificando el concepto y considerándolo como un proceso biopsicosocial. La antropología, la psicología y la sociología comenzaron a investigar sobre las condiciones que favorecen o impiden la creatividad en diferentes contextos culturales y sociales. Estudios pioneros como "The Creative Process" (1952) de Mihaly Csikszentmihalyi, "Flow: The Psychology of Optimal Experience" (1990) de Csikszentmihalyi y Jane Robinson, o "El arte de la creatividad" (1975) del investigador soviético Aleksandr Luria, comenzaron a desmitificar el proceso creativo.

La teoría de la "flow", por ejemplo, propuesta por Csikszentmihalyi, sugiere que la creatividad surge cuando una persona se encuentra en un estado de flujo, caracterizado por una completa concentración y absorción en la tarea. Esto implica un equilibrio entre la habilidad y el desafío, lo que permite que los individuos desarrollen su capacidad crítica y generativa. Otros estudios han examinado cómo factores como la motivación, la confianza en uno mismo, la resiliencia emocional y la oportunidad de expresión artística pueden influir en el desarrollo de la creatividad. En este sentido, la comprensión de la creatividad ha evolucionado a lo largo de la historia, desde una concepción divina hasta una visión más compleja y científica.

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El papel de la ciencia en la comprensión de la creatividad

En la era posmoderna, la comprensión de la creatividad experimentó un cambio radical. La llegada de la psicología social y la teoría del desarrollo cognitivo permitieron examinar el proceso creativo a profundidad. El trabajo de psicólogos como J.P. Guilford, M.H. Commons y D. Amabile contribuyó para desmitificar la creatividad y considerarla como un proceso biopsicosocial. Estas investigaciones demostraron que la creatividad no era exclusiva de individuos geniales o inspirados por influencias sobrenaturales, sino que era el resultado de factores como la motivación, el riesgo emocional, la flexibilidad cognitiva y la construcción social.

La neurociencia y la imagenología funcional también han ofrecido una perspectiva más detallada sobre el proceso creativo. Estudios funcionales de imagen han mostrado que la creación de habilidades artísticas activa áreas como los lóbulos frontales, el parietal y el temporal, implicando sistemas neuronales complejos en la formación de conceptos innovadores. La comprensión de estos procesos permite identificar factores como la flexibilidad cognitiva, el pensamiento divergente y la resolución de problemas como clave para la creatividad.

Las teorías sobre la creatividad: desde Darwin hasta Freud

En este sentido, Charles Darwin es considerado como uno de los Padres Fundadores de la Psicología del Lenguaje y del Pensamiento Creativo. En "La Origen de las Especies" (1859), Darwin describe la evolución del lenguaje a partir de sonidos ininteligibles hasta llegar a la complexidad lingüística actual, lo que indica que el ser humano tiene un potencial creativo inherente.

Siendo el padre fundador de la Psicología del Lenguaje y del Pensamiento Creativo, Darwin estableció un marco teórico para entender cómo se desarrolla y se manifiesta la creatividad en humanos. Sin embargo, fue Sigmund Freud quien posteriormente profundizó en este campo, considerando que la creatividad es una forma de autoexpresión y de liberación de tensiones inconsciente.
La teoría freudiana postula que la creatividad puede ser un mecanismo de defensa para librarse de las ansiedades y conflictos internos. Freud consideraba que la creación artística era un proceso de autodescubrimiento, donde el artefacto o la obra de arte se convertía en una forma de expresión del inconsciente.
La teoría freudiana sobre la creatividad estableció un marco para entender cómo la creatividad puede ser una forma de expresar y liberarse de tensiones psicológicas.

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La evolución científica de la concepción de la creatividad

En la Antigüedad, la creatividad se consideraba un don divino, inspiración sobrenatural que solo llegaba a algunos elegidos. La idea era que Dios o otros seres celestiales intervenían en el proceso creativo, otorgando talentos y habilidades especiales a ciertas personas para desarrollar obras maestras. Esta concepción divina de la creatividad pervivió durante siglos, y no fue hasta la Edad Moderna cuando comenzó a cuestionarse.

Durante la Edad Media, la atención se centró en la interpretación de las escrituras bíblicas y la producción artística se orientaba a rendir tributo a Dios. La creatividad era vista como un regalo para ser utilizado con fines pietosos o devocionales. No había necesidad ni interés por entender el proceso creativo, ya que se consideraba una manifestación divina. Sin embargo, hacia finales de la Edad Media, algunos pensadores comenzaron a cuestionar esta concepción y a buscar formas más terrenas para explicar el fenómeno de la creatividad.

Conclusión

El desarrollo de la creatividad a lo largo de la historia ha sido un proceso complejo y evolutivo. Desde la Antigüedad hasta la posmodernidad, nuestra comprensión de la creatividad ha ido transformándose, desde una concepción divina y sobrenatural hasta una visión más científica y biopsicosocial.

La reflexión histórica nos muestra que la creatividad no es algo inherente ni innato, sino un proceso dinámico y en constante evolución. La percepción de lo que se considera "creativo" también ha cambiado con el tiempo, reflejando las ideas y valores dominantes de cada época. Sin embargo, a pesar de estas variaciones, la creatividad sigue siendo esencial para el progreso humano, ya sea en el ámbito artístico, científico o social.

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En este sentido, el estudio de la creatividad puede aprender mucho del pasado y de las teorías y conceptos que se han desarrollado a lo largo de la historia. Al comprender mejor cómo ha evolucionado nuestra comprensión de la creatividad, podemos ganar una perspectiva más amplia sobre lo que significa ser creativo en el presente y en el futuro.

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