Descubre la doctrina jansenista: origen, características y condena eclesiástica

Una ilustración histórica que muestra a Jansenius escribiendo junto a una figura sacerdotal contra el telón de fondo del siglo XVII Europa.
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En este artículo, vamos a sumergirnos en una rama de la teología católica que surgió en el siglo XVII y que fue objeto de persecución y condena eclesiástica. Se trata del jansenismo, un movimiento teológico que se inspiraba en las enseñanzas de San Agustín y que enfatizaba la limitación de la libertad humana en la salvación.

A continuación, examinaremos sus orígenes en la Universidad de Lovaina y el papel clave que juegan figuras como Michael Baius y Cornelius Janssens. También veremos cómo su aproximación a las ideas calvinistas llevaron a la condena eclesiástica y cómo los gobernantes franceses, como Luis XIV, respaldaron estas acciones. Finalmente, analizararemos los aspectos clave de esta doctrina teológica y cómo sus enseñanzas siguen siendo relevantes en la actualidad.

Índice

Orígenes del jansenismo en la Universidad de Lovaina y París

La doctrina jansenista se originó en la Universidad de Lovaina, donde los agustinos, liderados por Michael Baius, se oponían a la Compañía de Jesús y su postura sobre el libre albedrío. En este ambiente intelectualmente hostil, Cornelius Janssens, conocido como Jansenio en ámbito hispánico, fue uno de los impulsores de esta doctrina.

En París, bajo la influencia del teólogo Edmond Richer, el jansenismo continuó desarrollando su enseñanza. Fue en este seno que se forjó una síntesis de las ideas de San Agustín y las formulaciones del Concilio de Trento, que más tarde sería conocido como el jansenismo. Esta corriente teológica ganó influencia entre intelectuales y eclesiásticos y pronto irradió sus enseñanzas por Francia e Italia.

Características fundamentales de la doctrina jansenista

Texto que explica la doctrina histórica, con páginas de libros y símbolos filosóficos.

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La doctrina jansenista se caracterizaba por un enfocamiento excesivo en la gracia divina y la necesidad de una fe pura y simple para alcanzar la salvación. Según este punto de vista, el ser humano es incapaz de eleccionesmorales correctas sin la intervención directa de Dios. La libertad humana era vista como limitada y corrupta, lo que llevaba a la necesidad de una fe incondicional en la palabra divina.

Esta perspectiva era incompatible con la teología católica oficial, la cual estipulaba que el ser humano tenía un cierto grado de libertad para elegir entre el bien y el mal. La Iglesia consideraba que la enseñanza jansenista era peligrosamente similar a las ideas calvinistas sobre la naturaleza de la salvación, lo que llevó a una condena eclesiástica en última instancia.

Enfoque en la gracia divina y la limitación humana

Una figura que sostiene una Biblia con una luz divina débil que brilla detrás de ella.

Según la doctrine jansenista, la salvación del alma depende fundamentalmente de la gracia divina y no de las obras humanas. La libertad humana era vista como muy limitada, a menudo considerada como una tendencia hacia el mal si no se sometiera completamente a la voluntad divina. Esto se traducía en un enfatismo en la necesidad de una fe puramente divina, que se conseguía mediante la meditación y la oración, y no mediante las obras humanas.

Esto llevó al jansenismo a adoptar una perspectiva muy sombría hacia el estado natural del hombre, que era visto como depravado y incapacitado para realizar actos buenos sin la intervención divina. Los creyentes eran vistos simplemente como instrumentos pasivos de Dios, y no como agentes activos en el proceso de salvación. Esta visión reducía a un papel insignificante la libertad humana y la capacidad para elegir entre el bien y el mal.

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Rechazo al libre albedrío y a la responsabilidad individual

La doctrina jansenista se basaba en la idea de que el ser humano no tiene libero albedrío ni capacidad real para elegir entre buena o mala acciones. Según esta perspectiva, las decisiones humanas están determinadas por la gracia divina y los deseos personales, siendo estas últimas un reflejo de la tendencia natural hacia el pecado. De esta manera, la salvación del alma estaba garantizada solo mediante la fe puramente divina.

En este sentido, el jansenismo rechazaba la idea de que las acciones humanas fueran el resultado de elecciones conscientes y responsables. En lugar de eso, se centraba en la idea de que el ser humano era fundamentalmente pecador y necesitado de la gracia divina para encontrar la salvación. Esta perspectiva reforzaba la importancia de la fe puramente divina y desvalorizaba el papel del ser humano en su propia salvación.

condena eclesiástica del jansenismo: la Iglesia católica oficial se opone

La Iglesia Católica en su Congregación de la Index (1679) y en el Concilio de Pisas convocada por el Papa Alejandro VII (1682), condenó formalmente la doctrina jansenista, debido a sus implicaciones peligrosas sobre la salvación del alma. La censura se centró en la idea de que los jansenistas negaban la capacidad humana para elegir entre la fe y el pecado, lo que hacía inútil la misión evangelizadora de la Iglesia Católica.

La condena eclesiástica también se debió a que el jansenismo se centraba en la idea de que la justificación era exclusivamente obra divina, sin intervención humana. Esto llevaba a un determinismo divino que negaba la libertad y la responsabilidad humanas ante Dios. La Iglesia Católica consideró esta enseñanza como una amenaza para su autoridad y para el estado eclesiástico en general. Además, se acusó a los jansenistas de ser partidarios de la idea calvinista de la "predestinación", según la cual Dios había predeterminado quiénes serían salvados o condenados antes del nacimiento de Adán.

Persecución y represión de los jansenistas en Francia y España

La persecución y represión contra los jansenistas se materializó poco después de la promulgación de la encíclica "In Eminenti" en 1656, donde el papa Alejandro VII condenaba las tesis de Janssens. En Francia, Luis XIV, que había sido educado en el Jansenismo por su tutor, Jean-Baptiste Massillon, inicialmente apoyó a los jansenistas pero pronto cambió su postura cuando se convirtió al Quietismo.

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En 1670, el papa Clemente IX emitió la encíclica "Regiminis Apostolici Cupimus Facilidadem", que condenaba formalmente las obras de Janssens y Richer. La represión se intensificó en Francia, donde se cerraron escuelas y conventos jansenistas, se deportaron a los líderes jansenistas y se obligó a algunos a renunciar a su fe. Los nobles franceses colaboraron con la persecución y muchos jansenistas fueron encarcelados o exiliados.

En España, la Inquisición española también persiguió a los jansenistas considerándolos herejes peligrosamente próximos al calvinismo. La Suprema había emitido anteriormente una bula condenatoria en 1657 y posteriormente se emitió la "Instrucción para el proceso contra los jansenistas" en 1682. La represión fue particularmente severa en Castilla, donde se llevaron a cabo multitud de procesos y se aplicaron penas capitales para aquellos que persistieron en su fe.

La condena del Papa Inocencio XII en 1682

El 21 de septiembre de 1679, el Papa Inocencio X nombró una comisión especial para investigar el jansenismo y determinar su compatibilidad con la fe católica. Esta comisión se componía de teólogos destacados, incluyendo a los cardenales Francesco Barberini y Paluzzo Paluzzi Altieri degli Alberti.

Después de un prolongado proceso, el Papa Inocencio XII emitió una bula papal en 1682, en la que condenaba varios puntos clave del jansenismo. Según esta bula, llamada "Auctorem Fidei", se declararonHerejes y heréticos a los que sostuvieran cualquier de las siguientes proposiciones:

  • Que la gracia salvadora es inseparablemente unida a la fe puramente divina.
  • Que la naturaleza humana fue completamente corrompida por el pecado original, y que no hay capacidad dentro del hombre para realizar actos buenos sin la ayuda divina.
  • Que la virtud de la caridad se basa en la gracia, más que en la liberación natural.

En este sentido, el Papa Inocencio XII declaró que los jansenistas habían falseado las verdades sobre la naturaleza humana y su salvación. De esta manera, se puso fin a la orden de los jesuitas y se prohibió la publicación de las obras más importantes de Cornelius Janssens.

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El clausura de la abadía de Port-Royal des Champs

La condena no se aplazó en el caso de las religiosas de Port-Royal, las últimas defensoras de la doctrina jansenista. En 1709, Luis XIV, con apoyo del nuncio papal, ordenó el cierre de la abadía y procedió a dispersar a sus habitantes, obligadas a trasladarse a otros monasterios o conventos. El tesoro real confiscó los bienes de Port-Royal, se vendieron las propiedades y las iglesias que pertenecían a la orden fueron desmanteladas, entre ellas, la colegiata de Santa Genoveva, fundada por Margarita de Valois-Albret, abadesa de la orden. Esto marcó el fin de la cultura y la vida religiosa que se habían desarrollado en those places during decades.

La clausura fue llevada a cabo con severidad y brutalidad. Las monjas fueron expulsadas de la abadía, y sus posesiones y efectos personales confiscados. Las casas eran demolidas o vendidas, y los jardines y patios destruidos. Se hicieron esfuerzos para borrar todo el pasado y lamemoria de Port-Royal, como si no hubiera existido nunca.

Conclusión

La condena del jansenismo marcó un hito en la historia del catolicismo, ya que reflejaba la preocupación de la Iglesia por una posible desviación significativa de la fe ortodoxa. A pesar de su condena oficial, el jansenismo continuó influyendo en la teología y la filosofía europeas durante siglos. La persecución de los jansenistas llevó a la creación de grupos clandestinos y la generación de una cierta resistencia al régimen eclesiástico.

La legado del jansenismo también se puede ver en el desarrollo posterior de movimientos cristianos como el quietismo y el molinismo, que compartieron algunas de sus características dogmáticas y antipapales. La doctrina jansenista representa un episodio importante en la historia del catolicismo, condensado en una tensión entre autoridad eclesiástica y libertad individual, pero también marcó un hito en el desarrollo de la teología y la filosofía cristianas.

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Jorge Ramirez

Graduado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. Se especializó en filosofía de la ciencia con un posgrado en Investigación Filosófica en la Universidad Complutense de Madrid y un máster en Epistemología en la Universidad de Salamanca. Posteriormente, profundizó en la ética y la filosofía política mediante un máster en Filosofía Social en el Centro de Estudios Avanzados en Humanidades. Filósofo con más de 12 años de experiencia en la investigación y enseñanza de la filosofía, tanto en instituciones académicas como en foros internacionales.

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